Disparos de semanas de muchos pasos.
En las ultimas semanas he visitado cinco iglesias, dos castillos, un aeropuerto, dos hospitales, y un cementerio.
En las iglesias encontré novias satisfechas y otras muchas insatisfechas, egos alterados, caras afligidas, santos estáticos, luces apáticas y voces con ecos mudos. Feligreses condenados, curas cansados, bancas congeladas y atrios altaneros.
En los castillos percibí el tiempo, encontré el vacío del muerto, pisos con leguas largas, pinturas mudas, excesos inútiles, el paso del tiempo perplejo por los hechos.
El aeropuerto es complicado, lagrimas, sonrisas, caras de espanto, gente agotada, movimiento, excesos, lujitos apropiados, techos altos, pájaros con horarios de entrega. Planicies de concreto, asfalto y vacío. Hangares sin huevos y mucha gente con preguntas.
En los hospitales, alegrías, afligencias, lagrimas, expectativas, angustias, llantos de niños en caras de adultos. Una y mil madres deambulando con carteras de achaques, con brújulas descompuestas y frascos penitentes. Un par de enyesados, otro muchos operados, con los bolsillos vendados y a la muerte con su carretilla de supermercado comprando almas.
En el cementerio tatuajes de concreto en un jardín solitario. Exceso de egos muertos, intenciones de inmortalidad, decisiones de soberbia, historias con poca lengua, cirugías fallidas, la alacena de la muerte. En fin otro día sin vida.
En las ultimas semanas he visitado cinco iglesias, dos castillos, un aeropuerto, dos hospitales, y un cementerio.
En las iglesias encontré novias satisfechas y otras muchas insatisfechas, egos alterados, caras afligidas, santos estáticos, luces apáticas y voces con ecos mudos. Feligreses condenados, curas cansados, bancas congeladas y atrios altaneros.
En los castillos percibí el tiempo, encontré el vacío del muerto, pisos con leguas largas, pinturas mudas, excesos inútiles, el paso del tiempo perplejo por los hechos.
El aeropuerto es complicado, lagrimas, sonrisas, caras de espanto, gente agotada, movimiento, excesos, lujitos apropiados, techos altos, pájaros con horarios de entrega. Planicies de concreto, asfalto y vacío. Hangares sin huevos y mucha gente con preguntas.
En los hospitales, alegrías, afligencias, lagrimas, expectativas, angustias, llantos de niños en caras de adultos. Una y mil madres deambulando con carteras de achaques, con brújulas descompuestas y frascos penitentes. Un par de enyesados, otro muchos operados, con los bolsillos vendados y a la muerte con su carretilla de supermercado comprando almas.
En el cementerio tatuajes de concreto en un jardín solitario. Exceso de egos muertos, intenciones de inmortalidad, decisiones de soberbia, historias con poca lengua, cirugías fallidas, la alacena de la muerte. En fin otro día sin vida.
Pd.Tranquilos que no pasa nada que no paso ayer.
Cristian Mejía en el siglo del terror:
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2 comentarios:
Amén. Y otro Amén por el PD!
Saludos Cristian!
Excelente. No puedo comentar porque estoy detenida saboreando mi lectura.
Feliz día, Cristian.
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