Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte
la leche de los senos como de un manantial,
por mirarte y sentirte a mi lado, y tenerte
en la risa de oro y la voz de cristal.
Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos
y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,
porque tu ser pasara sin pena al lado mío
y saliera en la estrofa --limpio de todo mal--.
¡Cómo sabría amarte, mujer cómo sabría
amarte, amarte como nadie supo jamás!
Morir y todavía
amarte más.
Y todavía
amarte más.
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Por: Pablo Neruda, el magnifico.
Cristian Mejía en el siglo del terror:
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2 comentarios:
No se lo conocía, pero qué lindo.
Buenisimos sus poemas, me he quedado horas leyendo y analizando algunos versos que me parecen magnificos. Saludos Nancy.
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