domingo, 23 de agosto de 2009

Energia, vacio y un rato de poesía, mi vida.


Casi dos meses, pudieron haber sido tres o mas. El silencio me invadió y robotice mi marcha en lo mas absurdo que guarda cualquier humano al verse al espejo o al exponerse en una cita social. Esta vez me deje llevar por la adrenalina de algún recuerdo de diez o doce años atrás: el deporte. Me gusta.
Deje de escribir, por lo menos en este aparató que me quita el sueño. Me levantaba al alba y me acostaba a dormir temprano, comía bien sin desbalancearme por alguna pizza o hamburguesa o cualquier chuchería pesada y sabrosa. Me gaste la suela de un par de zapatos deportivos y me he dado baños de sudor a dobles y hasta triples turnos. Ropa deportiva, de pocas mangas y de nulos ruedos me dejaron el olvido del closet y pasaron a mi diario vivir de mochila y parques.
La meta propuesta era una de esas competencias que los organizadores entretejen en platicas de locos lectores de records "guinness" entre soda y licor; las duatlones y triatlones nacen de allí, estoy convencido que surgen de platicas diabolicas de gente que quiere matar mas gente vendiendo el limite del esfuerzo como potentemente realizable.
Yo me convertí en cliente del hecho. Al fin y al cabo por alli dicen los científicos que todos morimos, que es normal morir de algo. Un ataque al corazón por exceso de esfuerzo, un derrame por alta presión sanguínea o soplo al corazón suenan mejor que diez disparos al pecho, una soga al cuello o un par de puñaladas por la espalda. Contradicciones así es la ciencia y el diario vivir.
El asunto es que me puse a entrenar como un demente. 4:30am bicicleta, 6:30am atletismo, 6:00pm a 8:30pm natación, comer dormir y repetir fue mi formula. Perdi 10 libras en un mes y gane confianza y un poco mas de respeto por mi capacidad todo funcionaba de maravilla. Hasta ayer cuando fui a una competencia, una carrera de 10 km donde presentía que todo marcharia de lo mejor, Salí como una tromba y me desconecte de la realidad, de la gente que aplaudía desde las aceras o la respiración agitada del que venia atrás, persiguiendo al tiempo o huyendo de el que es casi lo mismo. Perdí el sentido del dolor y aquella calvario de lesiones que me afectaban desaparecieron como un milagro de Pierre de Coubertin. Resolví la carrera en menos de 30 minutos en un día poco soleado y con poco apetito.
Es extraño, lo que piensas mientras corres, pasas de la estrategia, de admirar el paisaje o cantar alguna canción, pero ayer no hice nada de eso, me sucedió algo que nunca había vivido.Fue la perfecta armonía del vacio, el silencio entre el sonido y la revelación que flotas entre el esfuerzo.
Ayer no se aun que paso. Hoy amanecí con un trofeo en la mesa, sin nadie con quien celebrar, ni nadie por quien vibrar. No se como acabe con esta historia que confió en no contar, no se si creerle a los científicos con eso de la muerte, ayer corrí en un estado de muerto viviente con un influjo de energía de supernova.
Hoy me la pase leyendo poesía, la cual al final siempre la deduzco como fantasía.
Duatlon el 20 de septiembre, vamos a ver si me llega dosis de razón.


Pd. www.cristianmejiavisual.blogspot.com ya es casi una realidad, un espacio donde pongo fotos todas de mi entera culpabilidad, a ver que les parece. saludos!


Cristian Mejía en el siglo del terror:
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2 comentarios:

MarianoCantoral dijo...

ya se te extrañaba, bienvenido.

y lo bueno es que ejercitaste tu corazón (múscular-cardiaco), ahora, a seguir nutriendo el corazón (poético-blogguero).

lo tuyo fue un autoexilio sudoroso.

adios blog-bro, seguimos acá.

CristianMejia dijo...

El antiperspirante fue mi angel de la guarda en este exilio desmedido. Por alli nos seguimos leyendo hermano te cuidas y como siempre barbaras tus letras.