lunes, 8 de septiembre de 2008

Entre depre y pastillas




Me mandaron al psicólogo y este al psiquiatra, el primero me detecto depresión y el segundo me dio las pastillitas de la felicidad.
Funcionó la formula solo por unos cuantos días, casi la semana. Caminaba por la calle con un halo de colores, sin memoria de corto, mediano o largo plazo, que felicidad la que sentía.
Me desperté uno de esos días y antes de la oración, de abrir la ventana o darle gusto a mis necesidades orgánicas, me tome la pastilla. El arcoiris que esperaba no funciono y nuevamente la caja oscura que me atrapaba volvió. Caminaba en mi casa de un lado a otro con un traje de oscuridad y la luz y el color desaparecía poco a poco. Me afligí cuando Salí de mi cómoda morada , seguía metido en la caja y el sol había desaparecido, no sentía frío ni calor, no sentía ni mi zapatos ni mis ropas.
Me apure a llamar a los especialistas y mientras marcaba mis manos sudaban y me había empezado ese maldito dolor de cuerpo, una especie de coctel de sufrimiento.
El psicólogo me dijo: “Llama a alguien a tu casa para que te hagan compañía, ve con tu familia, cómprate un perro, no te preocupes tenemos una cita en pocos día”
Gran consejo que no me servia para nada, ya no tenia amigos a todos les había causado asco la detección de mi depresión, mi familia no creía en mi situación y el perro quizás se perdía.
Llame al de las pastillitas de la alegría: “No te preocupes, tomate dos de las verdes y una de las rosadas cada seis horas, toma mucha agua y trata de salir de tu casa, nos vemos la próxima semana” me dijo.
Tome las pastillas, tome el agua en abundancia como me dijo, y luego salí a tomar verdor a un parque local.
Me senté en la banca, respire profundo y cerré los ojos. Los volví abrir cuando el breve aspira marco el limite. Hermosa situación la que descubrí, los colores, las formas, lo olores y la luz volvieron. No cabe duda que las pastillas son efectivas, no cabe duda que drogado viviré y las dosis serán mayores, porque solo así soporto esta mi diaria realidad.


Cristian Mejía en el siglo del terror:
Imprimir

1 comentario:

MarianoCantoral dijo...

psicotrópica soledad, buen texto!!