martes, 22 de julio de 2008

Gucci, DB, Coach y toda la raza.



Esta loca de la que hablo y hablo se revuelca en arrogancia y se empapa la cabeza con sueños astrales. Carga una bolsa Gucci o DB según la ocasión, toma Perrier con hielo en vaso alto, lo salpica con rocío de limón y Victoria Secret la asesora en ropa interior.
Tiene la mirada de gata, herida. Su voz de cristal se le rompe solo dando una o dos o talvez cuatro ordenes al unísono. Es delicada al comer y contesta su moderno móvil con quiebre estilado.
Le da asco la pobreza, vasca la pestilencia de la esquina de pueblo y solo vive pensando en el “mall”, en el “Shopping”. Adereza su vida con una alegría plástica. Tiene amigas pero ninguna mas fiel que el trío divino: American Express, Visa y su Master. Su auto lo modernizo alguno de sus puercos amantes, paso del Honda, al Lexus y de este al Mercedes gris.
Un diputado se la coge, un narco de baja astilla también y si sale un hijo de papi le enseña lo que ha aprendido en estos 25 años de lujo de vida.
Cuando muda el día y se fuma sus largos More mentolados desnuda en su cama, llora y piensa en lo perfecto que es el mundo y lo miserable que es la vida sin dinero, piensa en el blanco y gordo diputado que le toca atender en pocas horas y decide darle una pausa a la vida…
El gordo llega con su limpio traje gris Calvin Klein, un ramo de rosas y toda la rabia del sexo en su mirada, abre la puerta con la llave que le dio la loca, le habla lindo, le habla fino, la busca y la ve acostada, durmiendo eterno entre sabanas Coach.



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