
La sociedad es un gallinero.
Ese fue mi experimento.
Hace algunos años con el afán de empresario “chafa” y la niñez como escusa me dedique a la crianza de esas exquisitas aves.(gallinas) Mi mamá fue mi cómplice y la abuela mi principal inversionista.
Tomamos el patio trasero de la casa vieja y lo volvimos un complejo gallinero de cuatro por seis metros cubierto por un oxidado techo de laminas de zinc. Le colocamos algunos cajones, troncos, también algunos contenedores para comida y agua. Todo listo.
Llegaron las primeras gallinas “ tres lindas avadas con traseros de directoras de escuela” bien recuerdo, luego un gallo “cololadó” y de allí en adelante en seis meses eso se volvió un criadero de orgullo, al año ya contábamos con mas de medio ciento de aves y al darnos cuenta de la magnitud del evento nos dimos a la tarea de empezar a vender animalitos a los vecinos.
Linda, muy linda la gloria de ver los retoños de una buena labor. La rutina empezaba temprano y antes de ir al colegio pasaba por allí dejando algunas libras de concentrado y maíz, luego por la tarde la limpieza del gallinero y el premio de algunos huevos recogidos.
Mi papá pronostico que el proyecto no duraría mas de un año , por el simple hecho de ser un éxito. Esa afirmación sonó extraña para todos en la casa, mi abuela “la suegra” dijo que estaba medio “chiflado” por llegar a esa conjetura y mi mamá se reservo el comentario mientras analizaba semejante aseveración. Yo por lo tanto pasaba algunas tardes metido en el gallinero, leyendo un libro o apedreando al gallo “alfa” el cual se ponía al brinco y trataba de picotear el zapato o la pierna o ambas si osaba cargar a alguna chica de su harem.
Pasado el primer año de tener y mantener el exitoso gallinero llego el hecho que pronostico mi papá algunos meses atrás.
Me levante temprano y deje la comida como era mi rutina, me cuidaba del gallo el cual no encontré. Lo busque y pensé que se había escapado y no encontré ni agujero ni pista de la desaparición, al cerrar la puerta los jóvenes pollos que se movían en grupo dejaron en evidencia al gallo, pisoteado, estirado y empolvado.
Corrí avisarle a la abuela, la cual culpo a la vejez por la muerte del gallito, mi mamá al enterarse del hecho tomo al “cololadó” lo metió en una bolsa y lo llevo al veterinario. El joven profesional de la medicina animal nos dio el diagnostico: “ viruela aviar”. Nos dio algunas píldoras para el agua y regresamos al gallinero: dos pollos jóvenes muertos y algunos otros al borde de la muerte encontramos. Ese día murieron diez. A la siguiente mañana fueron veintiuno y al siguiente doce o quince. La abuela tomo a los cadáveres y los quemo abriendo un agujero en la tierra y echándoles leña. Fue una semana de muerte y de perdidas. Al final entre lágrimas y esfuerzos logramos salvar a cinco gallinas.
La profecía de mi progenitor se cumplía.
Mi papá me consoló con el recuerdo de la experiencia, con los buenos momentos, y con la satisfacción de ver crecer a aquellos emplumados con los que compartía tardes de tareas. Un fin de semana después me levante temprano y tome a los restantes animales por las patas, se los lleve al vecino de la esquina de la cuadra y volví a la escena de la pesadilla con martillo en mano. Puse fin al proyecto.
El hacinamiento provoca plagas. El exceso siempre trae alguna consecuencia.
Pd. La ultima plaga de proporciones catastróficas tuvo su epicentro en España, en 1918-1919 termino con un 2% de la población mundial. ¡El mismo virus puerco!
Que mala suerte la del negrito.
Que coincidencia toparme con esto.
Que ocupado he estado.
Que crisis.
Que razón la del tal Murphy.
No me salgan con babosadas de profecías, que eso es fantasía.
Peregrino soy.
@@@ Gracias Mariano! Abrazos poeta!
Cristian Mejía en el siglo del terror:
Imprimir