martes, 20 de enero de 2009

Llegó San Obama


Por: Gabriel Lerner
Como si fuese Mesías: La expectativa es que Obama salve al sueño americano. Pero éste ya no existe, y quizás nunca existió.
Me entero que alguien encontró un perfil de Obama en una tostada. Otro, en la corteza de un árbol o en una servilleta.
Me dice mi hijo menor Jeremy que Peter Parker se encontró con él y que así se publicó en el nuevo Comic Book de Spiderman, que aparece todos los miércoles.
Es que se vino San Obama, o el Rey Obama I, el salvador, el San Perón de los gringos, el Magic Negro para racistas y chistosos, aquel que va a redimir a Estados Unidos de ocho años de ignominiosa rapiña, del gobierno más inepto en su historia, de quien representó unicamente a un grupo reducido de extremistas, fanáticos y banqueros. El y sólo él salvará las finanzas del país, la industria del automóvil, los empleos burocráticos, un ejército que agoniza en la sangre de su propio estiércol, un imperio cegado por su propia avaricia y la renuncia a todo resquicio de humanidad y respeto por la vida humana.
Y en Los Angeles y con los latinos, el santo Obama legalizará a todos los inmigrantes ilegales, repartirá empleos y prebendas, anulará de un solo manotazo años de homicidios, drogas y desesperación en el barrio.
O al menos así lo creen.
¿Quienes?
En las laderas montañosas de San Bernardino y las calles y casas todas iguales del Este de Los Angeles, o de South Gate, Bell Gardens y Lynwood, sobre las antiguas mansiones hoy decrépitas de Mid Wilshire y pasando los muros cubiertos de grafitos en South Central. Hasta en Brentwood y San Marino. Es decir: los que viven en los suburbios, los latinos de primera y segunda generación, los negros, los blancos…
Nos dicen que la gente que no pudo pagar las hipotecas de sus casas porque los pagos saltaron al doble o se quedaron sin trabajo o las dos cosas juntas se aferran a las paredes negándose al foreclosure, a que se las embargue el banco, porque esperan que al día siguiente de la investidura de Barack Obama como nuevo presidente de Estados Unidos un decreto imperial llegue de Washington y les devuelva las casas inpagas y los trabajos perdidos y la tranquilidad de antes. Que California verá su déficit de 42,000,000,000 dólares esfumado.
Y también dicen que él hará que los préstamos de los automóviles florezcan nuevamente para que los del pueblo los compren a sesenta meses, y que fluya nuevamente la sangre por el cuerpo del Sueño Americano.
Y que, nos dicen desaparecerán de la noche a la mañana las redadas migratorias y ya no vendrán uniformados en el amparo de la oscuridad a despertarlos con sus hijos para encerrarlos camino a la deportación hacia de donde vinieron. Que liberará a los cautivos y curará a los enfermos y hará que las bestias del campo hablen y los enemigos se reconcilien…


Cristian Mejía en el siglo del terror:
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2 comentarios:

el Kontra dijo...

Cosas de santos en un mundo de pecadores, a ver que tal va la cosa. Saludos Cristián.

Nancy dijo...

¡Qué folclor! jajajaja