domingo, 21 de diciembre de 2008

Hablando de mujeres y posadas ...


Entre el olor a manzanilla y tamal, me recordé de la primera estrella que que dejó huella en mi espacio sentimental. Me recordé de Estela. Fue justamente en un mes de Diciembre que la encontré tomando ponche y comiéndose un tamal en vaso y plato de duropor blanco. Estrellita decembrina de ojos cafés y pelo caramelo rizado, tez clara y complexión de niña. El cielo estaba despejado y los sonidos ensordecedores de los cohetillos y pólvora, se mezclaban con el de las tortugas y chinchenes de las tradicionales posadas. El ambiente estaba puesto para el regocijo, y la felicidad que trae el fin de año. La vi entre la multitud cantando villancicos en el traslado de la posada de una a otra casa, y me atrajo su risa de travesura y esa pimienta de ingenuidad en su cara. Cargaba un farol cubierto con celofán azul. Y sus manos blancas parecían de cera, del mismo color de la vela que ardía dentro del farol. Fueron unos cuantos kilómetros hasta llegar a la casa de Doña Clara la de la plata, (por cierto tiraba la casa por la ventana con su famosa posada) pero el recorrido fue hermoso, me le acerque y la vi detenidamente, me quede enmielado, mis amigos lo sabían y me empujaban para con ella. Al llegar a la casa de Doña Clara chocaron las miradas y cuando se vio el zapato desamarrado, me preste voluntario a tomarle el farol azul. Solo dijo: Gracias. Eso basto para terminar de enmielarme en esa colmena. Luego le pregunte su nombre y ya no tuve final. La soñaba en el poco rato que podía dormir y así seguimos todo diciembre siguiendo la misma posada por diferentes casas y degustando diferentes manjares, el del beso con chocolate, el del beso con ponche y el del francés con tamal. Fue una alegre navidad hasta que me contó que era hija de Doña Clara. ¡Que lió ¡ Y allí fue donde la colmena reventó la llame un par de veces y muy de mala manera me contestaron, tanto la educada y muy devota Doña Clara como su sagrado esposo, creo que hasta el perro ladro,(no se lo atribuyó a la estática claro).Todo termino en enero pero el recuerdo quedo para cada navidad. El diciembre que me enamore por primera vez.




Cristian Mejía en el siglo del terror:
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5 comentarios:

el Kontra dijo...

Que buena crónica Cristian, los besos y lo prohíbido, esa es la sal y pimienta del amor. Felicitaciones mano, me llegó bastante este post.

Saludos broder

Abril dijo...

Que ternura de historia Cristian, me encanta como narra las cosas.

Anónimo dijo...

Kontra: Fue un hermoso Diciembre vos, la muchacha estaba linda y las posadas un goce, o ambos? si ambos

Abril: La historia fue real asi que la narración salio facil, gracias por leer.
Felices fiestas amigos.

Denise Phé-Funchal dijo...

Ahhhh so sweet! ;) qué bonito las primeras veces que a uno le tocó enamorarse ahhhhhhhhhhhhhhhhh (suspiro de recuerdo) la primera vez que me enamoré estaba en preprimaria... Saludos Cristian, un abrazo!

Nancy dijo...

Qué lindos recuerdos navideños. Qué linda la recuerdas, ojalá ella también a ti.
apapachos